viernes, 20 de julio de 2012

"La mujer justa" de Sándor Márai y "la regla de la primera página"


Leer a escritores hablando de escritores es una de las lecturas más sugerentes que existen, como ya demostró Borges, y el premio Nobel Coetzee no es una excepción. En su colección de ensayos literarios Mecanismos internos se dedica a comentar a autores como Bellow, V.S. Naipaul, W.G. Sebald, Svevo o García Márquez, trazando un itinerario personal de lecturas, inclinaciones y gustos que despierta el interés por releer a algunos escritores o por descubrir a otros.

A pesar del creciente interés que el húngaro Márai ha despertado en los últimos años, (y la editorial Salamandra ha jugado un papel fundamental en todo ello, aunque como muy bien analiza Coetzee en su libro, todo viene -cómo no- promovido por el éxito que el autor cosechó en Italia hace unos años con El último encuentro, novela publicada bajo el auspicio del no menos visionario Calasso), la verdad es que no me había decidido a leer ninguna obra suya hasta ahora. Y debo admitir que ha sido una lectura sumamente provechosa.

Tanto El último encuentro (también publicada por Salamandra) como La mujer justa comparten un mismo estilo narrativo, denso, dominado por la conversación (o mejor sería decir monólogo) donde los distintos personajes van desgranando en largos parlamentos sus opiniones y pensamientos. Coetzee habla de Stefan Zweig como referente, y comprendo la asociación, aunque sus estilos no podrían ser más diferentes: la sencillez y claridad del austríaco nada tiene que ver con la ausencia de aire que domina en las páginas de Márai. Pero ambos comparten un escenario y un origen común: el Imperio Austrohúngaro que a medida que avanza el siglo XX se va desmembrando y con él todo un ideal de vida que nunca volverá.

Pero La mujer justa no constituye una lectura ardua y pesada; al contrario, es un libro que no puedes dejar de leer y que se enriquece a medida que avanza la lectura. Es además un ejemplo magnífico de "la regla de la primera página".

"La regla de la primera página" consiste en coger un libro y leer su primera página. En esa primera páginas debe encontrarse el germen de la obra, una invitación a continuar leyendo, un reclamo, una interrogación, una incitación difícil de vencer. Raskolnikov sale a escondidas de su casa para no encontrarse con la casera; ¿por qué? ¿Quién es este personaje? ¿Por qué le debe dinero a la casera? Cuando quieres darte cuenta, ya estás atrapado por la historia y te adentras en la novela. La ciudad de Vetusta duerme la siesta; ¿qué ciudad es esa? ¿Por qué la contemplamos con un detalle enfermizo desde la torre de la iglesia? ¿Quién la está observando desde esa posición privilegiada? Poco a poco descubres a los protagonistas y su papel en el desarrollo de la acción, y para entonces ya has leído más de cien páginas. Aureliano Buendía, delante del pelotón de fusilamiento, recordará muchos años después el día que su padre lo llevó a conocer el hielo. En este caso, no se trata ya de la primera página sino de la primera frase: ¿quién es Aureliano? ¿Por qué estaba ante el pelotón de fusilamento? ¿Y qué quiere decir "llevar a conocer el hielo"? Entramos así en el primer círculo de la novela, que por medio de una espiral concéntrica, desarrolla su estructura mítica y nos cuenta la vida de esa familia inolvidable. 
 
 
También La mujer justa supera la prueba; en un café elegante, dos mujeres conversan cuando un hombre entra y compra unas naranjas escarchadas. La narradora, una de las dos mujeres que habla en primera persona, le pide a su amiga que no pierda detalle, que mire a ese hombre, que observe si lleva una cartera de cocodrilo. Ella no se atreve a mirar, es presa de los nervios; tiene que secarse una lágrima nerviosa. El hombre sale del café y la amiga confirma que llevaba la cartera, circustancia que la ha sorprendido. ¿Cómo lo sabía? La narradora lo sabía bien porque ella misma se la regaló al cumplir los cuarenta años. ¿Y quién es ese desconocido? Ese hombre era su marido.

De esa manera nos adentramos en la vida de ese matrimonio, y por medio de tres largos monólogos qu constituyen las tres partes de la novela, se desarrolla el trágico destino de tres personajes y por extensión, de la burguesía húngara. El recorrido comienza a principios de siglo y llega hasta la dominación comunista y refleja la desaparición de un mundo y la constatación de que Márai es uno de sus últimos representantes. Una lectura recomendable y un autor al que seguir leyendo.

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